Alison Rodríguez Correa, conocida también como “Alitas de pollo” Nació en la ciudad de Melo, Cerro Largo, Uruguay el 11 de Abril de 1990, su Madre Susana Correa nacida en Melo también y de gran espíritu aventurero nómade, lo cual creemos que fue uno de los principales referentes de la joven Alison en su ideología y espíritu de libertad, fue madre primeramente de Jonathan Rodríguez Correa, joven casi dos años mayor que Alison. Y contrajo matrimonio con Wainer Rodríguez (padre de Jonathan y Alitas) los cuales dado sus diferencias se divorciaron cuando Alison tenía solamente era una niña.
A la temprana edad de 12 años Alison se muda con su madre y el actual matrimonio de la misma más joven que Susana y el futuro padre del tercer hermano de Alison (Alexis) a un pueblo cercano a Melo llamado Fraile Muerto (mi ciudad natal) En donde comienza a explorar nuevas historias sentimentales, vivencias y amigos que marcarían el futuro de la misma.
Alison un par de años más adelante vuelve a ciudad de Melo y termina secundaria en el liceo numero 1 de esta ciudad lo cual ya le genera deseos de marchar a la capital Montevideo donde comenzaría a explorar el arte o ciencia (según usted, lector lo considere) de la Psicología en la facultad Publica de allí.
Estudios los cuales va avanzando año a año de forma muy satisfactoria y con excelentes calificaciones ya que no lo hace por necesidad propia económica solamente, sino que viene de vocación. A realizado muchos estudios y trabajos sobre distintos aspectos y autores de la psicología, los cuales se evaluaron con muy buenas calificaciones y valoración docente. Alison Rodríguez Correa con tan solo 20 años de edad, presento ya en tercer año de psicología, sin repeticiones un trabajo llamado “LA CONSTRUCCION DE LAS SEXUALIDADES Y GENEROS” para el seminario de “Angustia, límite y subjetividad”. Esta joven apasionada por la psicología, la música y la guitarra, no solo es ejemplo de vida (la cual no especificamos en este informe, ya que es una de mis mejores amigas y esto también va en privacidad) sino que también es ejemplo para muchos estudiantes de diversos géneros de nuestro país y el mundo.
Su apodo “Alitas de pollo” no es solo un ejemplo de apodo, sino una filosofía casera de charlas y guitarras.
Este trabajo pretende abordar la temática de la sexualidad, su construcción paulatina desde la temprana edad, que van creando modos de ser “niña” y “niño”/ “mujer” y “hombre”. Desde el descubrimiento de las diferencias entre los sexos de gran importancia para la construcción psíquica del sujeto, los sentidos que cobran desde el orden social, formándose así determinadas “identidades de género” o “identidades sexuales” (tanto psicológicas como sociales).
Este trabajo se enmarca en la perspectiva psicoanalítica freudiana, tomando como referentes teóricos los postulados de Sigmund Freud sobre la sexualidad infantil, el complejo de Edipo como instancia donde comienzan a descubrirse las diferencias sexuales genitales, y las respectivas identificaciones con la instancia parental, importantes para tales construcciones.
Parto entonces de una pregunta fundamental para el desarrollo del trabajo respecto a ¿Cómo (de qué forma) influye el complejo de Edipo postulado por S. Freud, en la construcción social de las diferencias entre ser “hombre” y ser “mujer”?
Mi perspectiva estará teñida además de los postulados de dicho autor, de otras perspectivas no psicoanalíticas pero que abordan la temática desde una perspectiva más social y cultural si se quiere, que aluden al género en la subjetividad, a las relaciones de poder que la diferencia entre los géneros conlleva. Pero sin salirme, en la medida de lo posible, del marco psicoanalítico que este trabajo exige.
La temática que elegí es por demás compleja, y sobre la misma se encuentra extensísima bibliografía de diferentes enfoques. Hoy día es un tema muy “estudiado” y en constante debate, y he encontrado muchas críticas hacia la perspectiva psicoanalítica, en cuanto el papel ideológico fuertísimo que tiene el psicoanálisis en la forma de definir o entender a los diferentes géneros. Es cierto que la teoría freudiana surge en un contexto, donde del “sexo” no se hablaba, y estaba teñido de una óptica por demás “machista”, de ahí a que se juzgue a esta teoría como “falocéntrica”.
Por esto tratare de ser cuidadosa a la hora de entender la teoría, sobre todo a lo que responde al complejo de Edipo que es lo que tomo como insumo principal para el desarrollo del trabajo, y de enunciar aspectos (desde mi punto de vista) criticables respecto al mismo.
Al reclutar información, desde diversas perspectivas y enfoques, encuentro por un lado, estudios sobre género bastante actuales, he incluso de nuestro medio, con una perspectiva más social en cuanto al mismo, es decir que comprenden al género como resultado de un proceso socio-cultural determinado, como un “aprendizaje” de roles que se adjudican y responden a una determinada “identidad sexual” (hombre y/o mujer). Y por otro, la óptica psicoanalítica que se basa más en el estudio del desarrollo de la sexualidad como aspectos más psicológicos e individuales, ésta teoría en general, si bien no olvida el papel de la cultura en la construcción de la sexualidad, el acento lo pone sobre todo, en la sexualidad como “motor” del desarrollo psíquico del sujeto.
Es así que trataré en la medida de lo posible, de incluir o vincular ambas perspectivas.
Desarrollo.
-El Complejo de Edipo en Freud.
Freud no le dedico una obra completa al complejo de Edipo, sino que lo fue introduciendo a lo largo de la presentación de varias obras.
El complejo de Edipo va de la mano del complejo de castración, pero con una diferencia en el caso de la niña y del varón: “Mientras que el Complejo de Edipo se va al fundamento debido al Complejo de Castración, el de la niña es posibilitado e introducido por éste ultimo”.
El Complejo de Castración aparece por primera vez en Freud en su obra “Interpretación de los sueños”, pero oficialmente en 1908 con las Teorías sexuales infantiles.
En cuanto al Complejo de Edipo, en su trabajo de 1923: “El yo y el ello” permite conceptualizar mejor al mismo ya que aquí introduce la temática de las identificaciones, y la noción de Superyó. Agrandes rasgos, Freud en este trabajo plantea que, así como el/la niño/a se enfrenta a una prohibición y la exigencia de la renuncia o resignación de su objeto de amor. Esta prohibición paterna trae consigo y a la vez otra posibilidad: elegir otra pareja (¿heterosexual?) que no sea su madre. Porque de no ser así lo “pagará” con la pérdida del pene (por supuesto en el caso exclusivo del niño), esto es la amenaza que hace al complejo de Castración.
Ambos complejos comparten elementos. A grandes rasgos en el llamado complejo de Edipo es donde el deseo hacia un objeto de amor, lo que Freud denomina libido objetal, (hacia la madre en el caso del varón y hacia el padre en el caso de la niña), se enfrenta a una “limitación” o barrera a la hora de cumplir esos deseos: la prohibición o introducción de la ley por parte del padre o de la madre. Viéndose así el/la niño/a, obligado/a a resignar dicho objeto.
Es así que ante esta resignación del objeto, al niño o a la niña no le queda más que identificarse con el objeto resignado. Mudando así la libido antes puesta en el objeto, al yo (libido narcisista).
Plantea Freud en “El yo y el ello”: (…) “Quizás el yo, mediante esta introyección que es una suerte de regresión al mecanismo de la fase oral, facilite o posibilite la resignación del objeto. Quizás esta identificación sea en general la condición bajo la cual el ello resigna sus objetos”. (…)
Así según el autor, se va formando el carácter del yo, que contendría la historia de las elecciones de objeto.
Freud ve a esta resignación de objeto como una posible “defensa del yo”: la represión del deseo hacia el objeto.
En la edad en la que suceden el complejo de Edipo y el complejo de castración, es alrededor de los 2-3 años, donde el/la niño/a atraviesa la etapa o fase “fálica” donde el papel rector lo cobran los genitales, pero en este punto Freud hace acento en los genitales masculinos específicamente: el pene, ya que los órganos sexuales femeninos no han sido descubiertos aun.
La fase fálica llegaría a su desarrollo entonces, con la organización sexual genital.
Podemos ver como Freud en obras como “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924), atribuye notable importancia a la atención narcisista que tiene el niño sobre su pene. Así los/las adultos/as se encargan de “hacerle saber” lo vergonzoso del acto que realiza el niño al contemplar y tocar su “valioso” órgano genital. Mediante diferentes formas y discursos sobreviene la amenaza de castración, que trae el temor a la pérdida del pene.
Freud veía esto en su época, seguramente, como algo muy evidente, que salía a la luz en discursos, según él más frecuente por parte de las mujeres, encomendándole la tarea de la castración al padre o al doctor. Discursos que hoy día podemos ver más vinculado a lo estético quizá (“queda feo”).
Al principio esta “amenaza” no preocupa tanto al niño hasta que tiene cierto conocimiento de los órganos sexuales femeninos, el ser del sexo opuesto se le presenta como “castrada”.
Es el interés narcisista por esta parte del cuerpo del varoncito, que hace que resigne o renuncie a su objeto, si esto implica que pierda su pene, no está dispuesto a “pagar el precio”.
La investidura de objeto es sustituida por la identificación, ¿con quién?, no se sabe ya que Freud plantea un posible complejo de Edipo positivo y otro negativo en su “resolución”, lo que resultaría enigmático para la bisexualidad; dependiendo de estas investiduras de objeto e identificaciones. En el caso “normal” o “positivo” el niño pasaría a resignar a su madre como objeto de amor, y tomar al padre como modelo identificatorios con lo cual se enfrenta al mismo tiempo, a una habilitación (“tienes que ser como tu padre”), y a la prohibición (“no puedes hacer todo lo que tu padre hace”).
Cuando este niño recién pasa a tener conocimiento de las diferencia anatómicas entre los sexos, el sexo femenino se le torna “detestable” pues no tiene lo que él sí, pero esto no sucede con todas las personas del sexo opuesto, ya que para este niño su madre es respetada y valorada, ella si tiene pene. Sucede porque al principio, no llega a relacionar al sexo femenino con la falta del pene, esto lo descubre a posteriori.
Tal como lo plantea Freud en “La organización genital infantil” de 1923: (…) “En el estadio de la organización pregenital sádico-anal no cabe hablar de masculino y femenino; la oposición entre activo y pasivo es la dominante. En el siguiente estadio de la organización genital infantil hay por cierto algo masculino, pero no algo femenino; la oposición reza aquí: genital masculino, o castrado. Solo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la polaridad sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne el sujeto, la posesión del pene; y lo femenino, el objeto y la pasividad. La vagina es apreciada ahora como albergue del pene, recibe la herencia del vientre materno”.
¿Y qué pasa con la niña (¿castrada?)?
Sabemos que Freud expresaba que la vida amorosa del hombre es la única que se le presento como posible a la hora de investigar, mientras que la de la mujer se le presentó como “oscura” e “impenetrable”. Este creo que es un aspecto a no olvidar en el momento de leer la teoría psicoanalítica freudiana, ya que muchas cosas quedan “colgadas” u olvidadas en dicha teoría. Ya en “La interpretación de los sueños” (1900) toma como paralelos ambos sexos.
Sabemos que Freud expresaba que la vida amorosa del hombre es la única que se le presento como posible a la hora de investigar, mientras que la de la mujer se le presentó como “oscura” e “impenetrable”. Este creo que es un aspecto a no olvidar en el momento de leer la teoría psicoanalítica freudiana, ya que muchas cosas quedan “colgadas” u olvidadas en dicha teoría. Ya en “La interpretación de los sueños” (1900) toma como paralelos ambos sexos.
En la primera edición de “Tres ensayos” decía que “en la niña la zona erógena rectora se sitúa en el clítoris” y que por lo tanto la sexualidad de la niña pose un carácter masculino. Solo al llegar a la pubertad, la estimulación erógena estaría en la vagina, y así la masculinidad se tornaría en feminidad. Más adelante en “Sobre las teorías sexuales infantiles”, conecta esto con la “envidia del pene” por parte de la mujer, y con el complejo de castración.
Pareciera que la niña para la resolución “normal” del Edipo, debe cambiar de órgano sexual rector y un cambio de objeto de amor (ya que para ambos sexos, el primer objeto de amor fue el mismo: la madre). Y en su obra de 1925 “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”, comienzan a plantear algunas diferencias y se enfoca un poco más a la niña.
Cuando la niña conoce los genitales masculinos, ve la gran diferencia que tiene con los suyos, y lo vería según Freud como “superior”. De ahí que sobrevenga la “envidia del pene” y el supuesto “Complejo de masculinidad”, complejo que si no se supera “puede deparar grandes dificultades al prefigurado desarrollo hacia la feminidad”.
La niña no acepta el hecho de no tener un pene, o ser “castrada”, y se sentiría por el mismo motivo “inferior”. Entonces se comportaría como si fuese un varón.
Comenzaría a compartir con el varón, el menos precio hacia su propio sexo. La niña comienza a culpar a la madre por esta “insuficiencia” con la cual la trajo al mundo, además deja de ser tan valorada, ya que esta tampoco tiene pene. Así es que va “deshaciéndose” de la ligazón con la madre.
(…) “Resigna el deseo del pene para remplazarlo por el deseo de un hijo, y con este propósito toma al padre como objeto de amor. La madre pasa a ser objeto de los celos, y la niña deviene a ser una pequeña mujer”. (…)
Nuevamente en esta parte aparece en Freud, la clave para la bisexualidad, dependiendo de la identificación que se logre: si la lograse con el padre, la niña regresaría al complejo de masculinidad y se fijaría a él.
“En una palabra, todo el esquema del Edipo se debe criticar”. (J. Lacan).
He tratado de hacer una síntesis de los elementos que la teoría ofrece para pensar la diferencia entre los sexos. Muchas de las hipótesis que propone Freud sobre el complejo de Edipo, me resultan un tanto “limitadas” y “simplistas”, sobre todo en la forma que en que remarca estas diferencias, por lo que es necesario tomar en cuenta el contexto en que se remontan las obras de este autor, además del carácter ideológico importantísimo que ha tenido y tiene el psicoanálisis en general.
Existen importantes críticas hacia esta teoría del complejo de Edipo, sobre todo hacia el carácter general y universal que se llega a atribuirle al mismo, al “enlazar” o articular dicha teoría del complejo de Edipo, a la prohibición del incesto, ya que este último tiene, ya desde Lévi Strauss, un carácter universal.
Las críticas más severas quizá provengan por parte de Deleuze y Guattari los que ven a la teoría psicoanalítica sobre el Edipo como “un aparato de represión de las máquinas deseantes”.
Creo que si bien, el psicoanálisis en esta teorización sobre el complejo de Edipo opera con gran fuerza ideológica, es además en cierta forma “liberadora” en varios aspectos.
Las grandes teorías fomentan a cierta ideologización, como paradigmas “desde donde ver” ciertos aspectos del mundo, y esto, cuando se trata de lo “humano”, es aun más complejo y delicado. Por esto es que justamente esta teoría sobre la sexualidad merece una elucidación sumamente importante es este aspecto, ya que ésta, está planteada como el “motor” del desarrollo psíquico del sujeto, y más precisamente el complejo de Edipo como “creador” o determinante de una instancia psíquica (el superyó), además de la importancia que cobra para la construcción y re-producción de cierto tipo de sociedad “civilizada”.
“En palabras de Celia Amorós (2000), la relación entre el feminismo y el psicoanálisis ha sido, y sigue siendo, tensa y paradójica ya que si el feminismo surge y se desarrolla denunciando el lugar de subordinación que la cultura ha construido para la mujer, el psicoanálisis no es sino una de las instituciones de lo simbólico que ha contribuido a situar las representaciones de la mujer en tanto subordinadas. En este punto del diálogo la tensión es máxima: el feminismo considera que las propuestas freudianas son esencialistas, que condenan la feminidad al destino fijado por la anatomía, a ser considerada una desviación, una reproducción o un déficit del patrón androcéntrico que opera como norma de desarrollo. A su vez, el sector oficial del psicoanálisis sostiene que estos cuestionamientos son irrelevantes por su carácter ideológico y los equiparan a sesgos "culturalistas" y/o antifreudianos”.
Además de esto que propone Amorós, me parece importante resaltar, que el psicoanálisis también constituye una herramienta de crítica y un modo deconstructivo, para abordar o analizar la temática de la sexualidad y de género(s).
Además de esto que propone Amorós, me parece importante resaltar, que el psicoanálisis también constituye una herramienta de crítica y un modo deconstructivo, para abordar o analizar la temática de la sexualidad y de género(s).
Como he visto, desde la perspectiva de desarrollo de la sexualidad infantil, la sexualidad se va construyendo y tejiendo de forma intra e interpsiquica, gracias a los vínculos familiares más tempranos, tanto por “modelos” identificatorios resultados de procesos inconcientes (elecciones y resignación de objetos, identificación parental), que se plasman en el fondo del psiquismo.
Estas primeras bases para la sexualidad, luego se van tiñendo de ciertas pautas que refieren a “como ser” hombre o mujer, dependiendo de cada contexto por supuesto y de lo subjetivo. Cada cultura, cada sociedad, cada contexto, va construyendo estas pautas respecto a los lugares asignados, los roles, de mujeres y hombres, las vamos aprendiendo a medida que atravesamos un complejo y a la vez particular proceso de subjetivación.
Esto formaría “la identidad de género” (identidad que se encuentra en constante debate en la actualidad). Porque si hablamos de género, nos referimos a lo masculino o a lo femenino. Cabe preguntarse entonces: ¿cuánta relación gurda el género con la sexualidad? ¿Y cuanta con las prácticas sexuales? Ya que en el caso de las sexualidades no hegemónicas, creo particularmente que puede construirse o no, esta identidad de género.
Estas primeras bases para la sexualidad, luego se van tiñendo de ciertas pautas que refieren a “como ser” hombre o mujer, dependiendo de cada contexto por supuesto y de lo subjetivo. Cada cultura, cada sociedad, cada contexto, va construyendo estas pautas respecto a los lugares asignados, los roles, de mujeres y hombres, las vamos aprendiendo a medida que atravesamos un complejo y a la vez particular proceso de subjetivación.
Esto formaría “la identidad de género” (identidad que se encuentra en constante debate en la actualidad). Porque si hablamos de género, nos referimos a lo masculino o a lo femenino. Cabe preguntarse entonces: ¿cuánta relación gurda el género con la sexualidad? ¿Y cuanta con las prácticas sexuales? Ya que en el caso de las sexualidades no hegemónicas, creo particularmente que puede construirse o no, esta identidad de género.
Para pensar el/los genero/s tomo el siguiente párrafo extraído de la revista “Aperturas Psicoanalíticas”: (…) “Otra línea de desarrollo motivacional la constituye el sí mismo y su valoración narcisista (Schneider, 1999), estructura psíquica que es la sede de la identidad de género (Dio Bleichmar, 1991). Quizá no haya noción más cuestionada que la de identidad, tanto por Lacan como por las propuestas postmodernas que sostienen su falsedad y producción discursiva. Pero, en términos psicoanalíticos, la sede de la experiencia subjetiva, el sí mismo tanto consciente como inconsciente, es una pieza clave de la arquitectura psíquica. Hasta se podría llegar a plantear en un horizonte desiderativo que el género no tendría razón de existir cuando la ternura, la sensibilidad, el coraje, la autonomía, la racionalidad sean capacidades humanas compartidas, cuando ambos sexos desarrollen las mismas actividades, funciones sociales y tengan las mismas oportunidades, pero aún así no podemos visualizar la desamparación del sí mismo, la identidad individual que nos hace diferentes a cada uno de los otros mortales”
El género o los géneros, no son solamente roles o conductas dadas, sino que “organiza” la subjetividad entera, como algo más amplio, que involucra al yo, al ello (el deseo), y al superyó: en el lenguaje psicoanalítico constituiría el “sí mismo” o el self.
Podemos pensar entonces a las identificaciones parentales, como el núcleo en la construcción de la identidad de género, en la construcción de la subjetividad, o del “sí mismo”.
Es importante destacar que los discursos de las diferencias entre género no se basan solo en diferencias “sexuales” (anatómicas y fisiológicas), sino que estas diferencias cobran sentidos más complejos, que se plasman en conductas y prácticas sociales determinadas por las representaciones de “lo masculino” y “lo femenino”.
Podemos pensar entonces a las identificaciones parentales, como el núcleo en la construcción de la identidad de género, en la construcción de la subjetividad, o del “sí mismo”.
Es importante destacar que los discursos de las diferencias entre género no se basan solo en diferencias “sexuales” (anatómicas y fisiológicas), sino que estas diferencias cobran sentidos más complejos, que se plasman en conductas y prácticas sociales determinadas por las representaciones de “lo masculino” y “lo femenino”.
Los estudios de género en la actualidad apuntan a la equidad entre ambos sexos, debido a una diferencia que viene desde la invención (invento) de la propiedad privada, la primera división del trabajo, que es la respectiva a hombre-mujer. Surgen estos estudios en respuesta a una histórica opresión y subordinación de la mujer respecto al hombre.
Estas diferencias creadas y re-creadas, forman parte de un imaginario colectivo dominante, y están arraigadas a fuertes relaciones de poder, de posiciones tales como sujeto (hombre)-objeto (mujer), desde el punto de vista sexual-relacional, y además social-cultural (en cuanto a los roles), que además responden a cierto modelo de sociedad (¿patriarcado?), que de no ser así tales diferencias no existirían (o sí), pero teñidas de otros sentidos.
Estas diferencias creadas y re-creadas, forman parte de un imaginario colectivo dominante, y están arraigadas a fuertes relaciones de poder, de posiciones tales como sujeto (hombre)-objeto (mujer), desde el punto de vista sexual-relacional, y además social-cultural (en cuanto a los roles), que además responden a cierto modelo de sociedad (¿patriarcado?), que de no ser así tales diferencias no existirían (o sí), pero teñidas de otros sentidos.
Reflexión final o conclusión:
En este trabajo lo que más me ha preocupado es sin dudas la propuesta teórica de un cuerpo disciplinario tan importante y “delicado”, como lo es el psicoanálisis tradicional (el freudiano), y su propuesta sobre la sexualidad, específicamente el complejo de Edipo. La razón es quizá la influencia ideológica de este a la hora de pensar la sexualidad.
El psicoanálisis al realizar una lectura de la sexualidad, ha generado determinados “cuerpos”, cierta subjetividad, cierta forma de pensar (se) a los hombres y mujeres, a su (nuestra) sexualidad.
El psicoanálisis al realizar una lectura de la sexualidad, ha generado determinados “cuerpos”, cierta subjetividad, cierta forma de pensar (se) a los hombres y mujeres, a su (nuestra) sexualidad.
Se suele “juzgar” a la teoría freudiana como “machista” y teñida de una óptica falocentrica, y hace falta vislumbrar que el género se encuentra en el psicoanálisis, en los investigadores de toda época, en el sujeto investigado, en los niños/as, en los padres y madres, en las teorías y discursos, en lo ideológico de las instituciones, en el orden simbólico, en la cultura en general.
Creo entonces, que esta teoría necesita de una lectura, que maneje las herramientas que el mismo ofrece: la dilucidación de la misma, una re-construcción de algunas de sus propuestas.
Creo entonces, que esta teoría necesita de una lectura, que maneje las herramientas que el mismo ofrece: la dilucidación de la misma, una re-construcción de algunas de sus propuestas.
En el transcurso de las lecturas que realice para este trabajo, fui pensando y tratando de articular, el desarrollo de la sexualidad desde el psicoanálisis, y la construcción de las diferencias entre los géneros. Rescato de toda la bibliografía consultada, lo importante y relevante que es y ha sido el género y la óptica que se tenga y se transmita de este mismo, para las subjetividades.
De una diferencia anatomo-fisiológica, que cobra desde y en lo cultural múltiples sentidos, que construyen determinadas subjetividades, modos de ser, actuar, pensar (se), modos de ser niña y niño, y llegar a ser ciertos hombres y mujeres, que construyen su “identidad” sexual de diversas formas.
De la sexualidad hoy se habla quizá más que en otras épocas, y el género es hoy cada vez más pensado estudiado y cuestionado, y hay un auge de los movimientos en cuanto a la diversidad sexual, lo que no significa que todo este aceptado. La sexualidad es algo transversal, atraviesa a las clases, a las razas, a las etnias, etc. Y uno de los pilares básicos de la identidad se construyen por la sexualidad, por el género, y mucho hay dicho (y no-dicho), de cómo ser mujer y hombre, de identidades, de prácticas sexuales hegemónicas, quizá no tanto de las no- hegemónicas. Se sigue viendo a estas últimas como “diferentes”, y cabe aquí la pregunta ¿diferentes a qué? O ¿a quiénes?
De una diferencia anatomo-fisiológica, que cobra desde y en lo cultural múltiples sentidos, que construyen determinadas subjetividades, modos de ser, actuar, pensar (se), modos de ser niña y niño, y llegar a ser ciertos hombres y mujeres, que construyen su “identidad” sexual de diversas formas.
De la sexualidad hoy se habla quizá más que en otras épocas, y el género es hoy cada vez más pensado estudiado y cuestionado, y hay un auge de los movimientos en cuanto a la diversidad sexual, lo que no significa que todo este aceptado. La sexualidad es algo transversal, atraviesa a las clases, a las razas, a las etnias, etc. Y uno de los pilares básicos de la identidad se construyen por la sexualidad, por el género, y mucho hay dicho (y no-dicho), de cómo ser mujer y hombre, de identidades, de prácticas sexuales hegemónicas, quizá no tanto de las no- hegemónicas. Se sigue viendo a estas últimas como “diferentes”, y cabe aquí la pregunta ¿diferentes a qué? O ¿a quiénes?
¿Hay una identidad sexualidad?, o son posibles varias… ¿hay que “definirse” en algún momento? ¿Según los genitales que se tenga, corresponde hacer cosas de hombre o de mujer? ¿La identidad sexual se define según las experiencias y las practicas?
¿Dónde está la diferencia?
Hoy día: ¿Hay nuevos hombres y nuevas mujeres?, ¿Nuevas subjetividades?
bBibibliografía:
-“Aperturas Psicoanalíticas” Revista n° 011 “Sexualidad y género: nuevas perspectivas en el análisis contemporáneo” artículo publicado por Dio, Bleichmar, Emilce).
-Freud, S.: conferencia 20, “La vida sexual de los seres humanos”
-Freud, S.: “Tres ensayos de teoría sexual” (1905)
-Freud, S.: “Sobre las teorías sexuales infantiles” (1908)
-Freud, S.: “La represión” (1915)
-Freud, S.: “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915)
-Freud, S.: “El yo y el ello” (1923)
-Freud, S.: “La organización genital infantil” (1923)
-Freud, S.: “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos” (1925)
- Freud, Sigmund. “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924)
-Gil, Daniel- Núñez Sandino: “¿Porqué me has abandonado?”.
Bibliografía Consultada:
-Bleichmar, Silvia: “La subjetividad en riesgo”. Editorial Topía. (2007)
-Burin, Mabel: “Ámbito familiar y construcción del género”
-Burin, Mabel y Meler, Irene.: “Género: una herramienta teórica para el estudio de la subjetividad masculina”
-Butler, Judith: “El falo lesbiano y el imaginario morfológico”
-Dolto, Francoise: “Sexualidad Femenina”. Ediciones Paidos.
-Ferreira, Bruno: “ ¿El género y el juego o juego del género?
-Foucault, Michel.: “La voluntad de saber”
-Halperin, David: “San Foucault: Para una hagiografía gay”. Ediciones liberales.
-Kormblit, A. y Pechemy, M.: “Gays y lesbianas: Formacion de la identidad y derechos humanos” Editorial La colmena, Bs As (1998).
-Laplanche, Jean.: “La sexualidad” (Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.)
-Laplanche, Jean y Bertrand Pontalis.: “Diccionario de Psicoanálisis”
-Lévi-Strauss, Claude.: “Las estructuras elementales del parentesco” (edición PAIDÓS)
-López Félix: “Nuevas perspectivas en el desarrollo del sexo y el género”
-Maffia, Diana y Cabral, Mauro: “Los sexos ¿son o se hacen?
-Aries, Ph, Béjin. A, Foucault. M: “Sexualidades occidentales”. Editorial Paidos.
-Spargo, Tamsin: “Foucault y la teoría queer”. Editorial Gredisa.
-UNICEF, y UdelaR, “Nuevas formas de familia” (Noviembre 2003).
[1] Freud, Sigmund. “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos” .1925
[4] Freud, Sigmund. “Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias anatómicas entre los sexos”. 1925.
[7] Publicado en la Revista “Aperturas Psicoanalíticas” n° 011 “Sexualidad y género: nuevas perspectivas en el análisis contemporáneo” por Dio, Bleichmar, Emilce.
[8] Publicado en la Revista “Aperturas Psicoanalíticas” n° 011 “Sexualidad y género: nuevas perspectivas en el análisis contemporáneo” por Dio, Bleichmar, Emilce).
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